-Tus ideas, querida Alicia, están ahí dentro, bajo tu piel, bajo tu cráneo, y son siempre tan fantásticas e insospechadas que quedan fuera de mi alcance.
-¿No decías que sabías leer en mis ojos?
-Sé leer tus sentimientos. Tus disparates, no.
Alicia se sonrojó levemente.
-Soy consciente de que has leído en ellos que me gusta tu personalidad, que me agrada tu conversación y que tu compañía me llena de calma y felicidad. ¡Pero eso no tiene ningún merito! Yo también he leído eso mismo en los tuyos.
TORCUATO LUCA DE TENA